EL ESCRITOR COMPULSIVO

EL ESCRITOR COMPULSIVO
El gran Gustavo Adolfo Bécquer

EL ESCRITOR COMPULSIVO

El escritor compulsivo soy yo, Alberto Bellido y este es un blog dedicado a mi mayor afición, a mi mayor pasión: El cine, el séptimo arte.

En el blog los visitantes podrán leer y comentar diversos artículos así como guiones de todos los géneros redactados por mí y sus memorias de realización, es decir, las diferentes intenciones que me guiaron en el momento de crear cada historia.

Espero que todos disfrutéis con mi blog.

Un afectuoso saludo.

viernes, 6 de mayo de 2011

GUIÓN LITERARIO DE EL RAYO DE LUNA

GUIÓN LITERARIO: “EL RAYO DE LUNA, DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER”.

ESCENA 1. COMEDOR. PALACIO DE LOS CONDES DE GORMAZ. SORIA. INTERIOR. DÍA.

Fundido en Negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “EL RAYO DE LUNA, DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER”.

Dos CRIADOS están preparando la mesa para la comida, cuando DOÑA ELENA, Condesa de Gormaz y MADRE DE MANRIQUE, les pregunta por éste, su hijo.

MADRE DE MANRIQUE, DOÑA ELENA

(Intrigada)
     ¿Dónde está Manrique? ¿Dónde está vuestro Señor?

Uno de los CRIADOS responde a DOÑA ELENA.

CRIADO


No lo sabemos, Señora. Quizá se halle en el Monasterio de la Peña, sentado al borde de una tumba, tratando de escuchar alguna conversación que puedan entablar los muertos. O debajo de los arcos del puente, contemplando cómo se desliza la corriente. O sino, apoyado en una roca, intentando seguir con atención cualquier fenómeno relacionado con el clima.

Fundido en Negro de Cierre.

ESCENA 2. PALACIO DE LOS CONDES DE GORMAZ. SORIA. EXTERIOR. NOCHE.

Fundido en negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “Unas ocho horas más tarde...”

MANRIQUE, hijo de los Condes de Gormaz, tras una frugal y breve cena, sale al jardín a observar las estrellas, por las que siente una fascinante atracción, pues las compara con piedras preciosas. Está tumbado sobre el césped y, embelesado, no puede evitar hablar consigo mismo.

MANRIQUE


Si tal y como dice el Prior de la Peña, es verdad que esos puntos de luz son mundos, ¡No me puedo ni imaginar como serán las hermosas mujeres que los habitan! ¡Oh, Dios mío! ¡Qué desventura! ¡Qué infortunio! ¡Cómo serán de hermosas! ¡Cómo demostrar su amor!

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “Un par de horas más tarde...Hacia la medianoche...”

ESCENA 3. CONVENTO DE LOSD TEMPLARIOS. EXTERIOR. NOCHE.

MANRIQUE decide, con extremado sigilo, para no que nadie lo vea, abandonar el Palacio de sus padres y, movido por una curiosidad irrefrenable, dirigirse a inspeccionar las ruinas del famoso Convento de los Caballeros Templarios, que hay cerca de la ciudad castellana.

Corte.

ESCENA 4. ALAMEDA. EXTERIOR. NOCHE.

Al no detectar nada que le pueda llamar suficientemente la atención, MANRIQUE resuelve penetrar en una oscura alameda, que desde el derruido claustro conduce hasta el río Duero.
Y, por fin, MANRIQUE, después de varias horas de aburrimiento, volvió a sentirse vivo, y exhaló un grito leve, mezcla de sorpresa, temor y júbilo. En el fondo de la sombría alameda, vislumbró a una MUJER ataviada con una túnica blanca, que desaparece oculta entre el follaje.

MANRIQUE

(Muy excitado)
¡Una mujer! ¡Una mujer desconocida! ¡En este lugar! ¡Y a esta hora! ¡Es a ella! ¡Es a ella a la mujer que busco!

Entonces, MANRIQUE, como si estuviera poseído por una extraña y misteriosa fuerza oculta, emprende una frenética persecución, con el objeto de dar alcance a aquella enigmática Dama, de la que se ha enamorado instantáneamente. Así, de forma instintiva, se puso a soltar alaridos sin sentido.

MANRIQUE

(Alborozado)
¡Es ella! ¡Es ella, que lleva alas en los pies y huye como una sombra!

Fundido en Negro Encadenado.

MANRIQUE estuvo corriendo durante un buen rato, pero agotado, tuvo que detenerse en una especie de rellano, que estaba iluminado por la claridad del cielo. Apoyado sobre una roca, MANRIQUE se sienta, muy abatido.

MANRIQUE


¡Nadie! ¡Ah, maldita sea! Y, sin embargo, la he creído oír hablar! ¡En verdad que la he creído oír hablar! ¡La he de llamar para poder cortejar a tal diosa de la belleza y hermosura!

MANRIQUE se reincorpora y mira hacia el lado contrario a aquel desde el que venía corriendo. La alameda finaliza allí, el lugar donde él había estado reponiendo fuerzas, mientras que una pequeña COLINA se alza enseguida, sin solución de continuidad.

MANRIQUE

(Esperanzado)
Tal vez desde la cima de esa pequeña colina pueda orientarme mejor, e incluso pueda localizar a mi bella y misteriosa amada.

Corte.

ESCENA 5. CIMA DE LA COLINA. EXTERIOR. NOCHE.

Una vez que MANRIQUE subió sin apenas dificultades la COLINA, se puso a otear en todas las direcciones y sentidos. Desde aquella altura, se podía contemplar con nitidez tanto la ciudad de Soria, como gran parte del río Duero. De repente, al fijar la vista en el río, a MANRIQUE le volvió a latir el corazón con fuerza y a una frecuencia desconocida hasta entonces para él.

MANRIQUE

(Muy ilusionado)
     ¡Sí, sí! ¡Allí está! ¡Es ella! ¡Es ella, sin duda!

Una barca se dirige a una apreciable velocidad a la orilla opuesta, a escasa distancia de la ciudad castellana. Y en aquella embarcación, creyó a distinguir a la MUJER que había visto merodeando anteriormente por el célebre Convento de los Templarios, la mujer de sus sueños. Pero descendió hasta la cruda realidad al darse cuenta de que sería imposible alcanzarla antes de que penetrara en la ciudad.

MANRIQUE

(Contrariado)
¡Pero en qué estoy pensando! ¡Maldita sea mi suerte! ¡Ni aunque fuera el más audaz de los hombres, nunca podría desde aquí llegar junto a ella!

Sin embargo, MANRIQUE estaba lejos de darse por vencido respecto a su peculiar y particular caza.

MANRIQUE


¡Pero no me rendiré! ¡De ningún modo! ¡Antes de que despunte el alba, averiguare dónde vive!

Corte.

ESCENA 6. CASERÓN. CALLE DE SORIA. EXTERIOR. NOCHE.

De regreso a la ciudad, MANRIQUE se detuvo delante de un caserón de piedra, oscuro y antiquísimo.

MANRIQUE

(Exultante)
He creído ver un rayo de luz entrando por una de las ventanas de este Palacio. ¡No cabe duda de es aquí donde vive mi adorada desconocida! ¡Aguardaré aquí hasta el amanecer si hace falta! ¡Será entonces cuando pueda declararme a ella!

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “Al amanecer...”

Al alba, MANRIQUE, que se había quedado medio adormecido apoyado contra la pared de la casa contigua a aquel antiguo Palacio, vio como un ESCUDERO salía de la puerta principal del mencionado caserón. Inmediatamente, MANRIQUE se incorporó y se lanzó hacia él.

MANRIQUE

(Muy excitado)
¿Quién habita esta casa? ¿Cómo se llama ella? Si no es de aquí, ¿A qué ha venido a Soria? ¿Tiene esposo? ¡Responde! ¡Responde de una vez! ¡Te lo ruego!

ESCUDERO DE ALONSO DE VALDECUELLOS

(Muy sorprendido)
En esta casa vive el muy honorable Señor Don Alonso de Valdecuellos, que herido en la guerra contra los moros, se halla en Soria reponiéndose de su fatiga y dolor.

MANRIQUE

(Impaciente)
Pero, ¿Y su hija? ¿O su hermana? ¿O su esposa? ¿O lo que sea? ¡Qué me puedes decir de ella!

 

A ninguna mujer tiene consigo que pueda consolarle, pues es viudo, y su mujer ninguna hija engendró.

MANRIQUE

(Extrañado)
¡A ninguna! Pero entonces, ¿Quién duerme en aquel aposento donde toda la noche he visto arder una luz?

ESCUDERO DE ALONSO DE VALDECUELLOS


¿En el aposento de arriba? Allí duerme mi Señor Don Alonso que, como ya le he dicho, al hallarse enfermo, por esa razón tiene encendida su lámpara hasta el amanecer.

Fundido en Negro de Cierre.

ESCENA 7. PALACIO DE LOS CONDES DE GORMAZ. EXTERIOR. NOCHE.

Fundido en Negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “Dos meses más tarde...”

Transcurrieron dos meses desde el encuentro entre MANRIQUE y el ESCUDERO DE DON ALONSO DE VALDECUELLOS. Durante ese tiempo, el estado mental de MANRIQUE no había dejado de empeorar. No había dejado, en ningún momento, de pensar y velar a la misteriosa MUJER de blanco, y dicha circunstancia le tenía totalmente consumido de los nervios. Volvía a estar en el jardín de sus padres, los Condes de Gormaz, y volvía a ser de noche, como cuando descubrió a su enamorada.

MANRIQUE

(Enfebrecido y con los ojos desorbitados)
¡La he de encontrar! ¡He de encontrar a mi enamorada como sea! ¡Ya he pasado demasiado tiempo sin verla! ¡Ya he soportado demasiado tiempo sin disfrutarla! ¡Esta noche volveré a encaminarme hacia la oscura alameda donde la vi por primera vez! ¡Oh, Dios mío! ¿Cómo serán sus ojos? ¡Seguro que son azules como el cielo de la noche! ¿Y su cabello? ¡Seguro que lo tiene suelto, flotante, oscuro! ¿Y su voz? ¡Seguro que es tan suave como el rumor del viento!

Fundido en Negro de Cierre.

ESCENA 8. ALAMEDA. EXTERIOR. NOCHE.

Fundido en Negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “Una hora más tarde...”

Una vez que MANRIQUE hubo llegado a la alameda, espero con ansiedad a que la incomparable MUJER, vestida de blanco, que la había tenido embrujada, volviera a hacer acto de presencia. Enseguida, en un instante, MANRIQUE vio flotar un momento y desaparecer el vestido blanco de la MUJER de sus sueños.

MANRIQUE

(Muy excitado)
¡Es ella! ¡Es ella! ¡Eh, hermosa Dama! ¡Ven! ¡Quiero conocerte! ¡No huyas!

Completamente fuera de sí y sin estar en sus cabales, MANRIQUE se puso a correr como un galgo pero, de pronto, tuvo que detenerse y, como consecuencia de ello, al no frenar bien, se precipitó contra el suelo. MANRIQUE, entonces, fijó sus espantados ojos al frente y un ligero temblor nervioso se apodero de sus miembros y su agitación fue creciendo progresivamente, sin parar, hasta el punto de convertirse en una estremecedora convulsión. Finalmente, no pudo aguantar más, y prorrumpió en una carcajada sonora, estridente y horrible.

MANRIQUE

(Desaforado)
     ¡Jajaja! ¡Jajaja!

Aquella bella y preciosa MUJER no era tal, no tenía formas femeninas, sino que era una cosa blanca, ligera y flotante. Era un RAYOM DE LUNA, que penetraba a intervalos por entre los árboles, cuando el viento movía las ramas. Debido a esta imperdonable confusión, MANRIQUE se puso verdaderamente histérico.

MANRIQUE


¡Es un rayo de luna! ¡Jajaja! ¡La mujer que me tenía prendado, maravillado, es un rayo de luna! ¡Jajaja! ¡Soy un desgraciado! ¡Soy un desgraciado y lo seré toda la vida! ¡Jajaja!

Fundido en Negro de Cierre.

ESCENA 9. PALACIO DE LOS CONDES DE GORMAZ. INTERIOR. NOCHE.

Fundido en Negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “Varios años más tarde...”

Han pasado varios años, MANRIQUE se encuentra sentado en una butaca, junto a una chimenea gótica del Palacio de sus padres. Permanecía inmóvil, y con una mirada vaga e inquieta, similar a la de un idiota. Y apenas prestaba atención a las caricias de su madre, la CONDESA DE GORMAZ, ni a los consuelos de sus servidores.

CONDESA DE GORMAZ

(Desesperada)
¡Manrique! ¡Manrique! ¡Hijo, reacciona de una vez! ¡Llevas años así! ¡Ya está bien! ¡Es que acaso noi ves todo lo que estoy sufriendo por ti! ¿Por qué te consumes en la soledad? ¿Por qué no buscas a una mujer que te haga feliz? ¡Aún eres joven y hermoso!

MANRIQUE

(Descompuesto)
     ¡El amor! ¡El amor es un rayo de luna!

ESCUDERO


¿Por qué no despertáis de ese letargo, Señor? ¡Qué os parece si los dos nos vestimos de hierro de los pies a la cabeza y marchamos a la guerra? ¡En la guerra encontraremos la gloria!

MANRIQUE


     ¡La gloria! ¡La gloria es un rayo de luna!

Pero el ESCUDERO no se dio por vencido y probó un último intento para hacer entrar en razón a MANRIQUE, aunque fue en vano.

ESCUDERO


¿Y si os recito una cantiga? ¡Eso es! ¡La última que ha compuesto el famoso trovador provenzal Arnaldo! ¡Seguro que su dulce melodía os consolará!

MANRIQUE

(Enloquecido)
¡No! ¡No! ¡No quiero nada! ¡Es decir, sí quiero! ¡Quiero que me dejéis solo! ¡Sí! ¡Tan solo eso quiero! ¡Cantigas, mujeres, gloria, felicidad! ¡Todo es mentira! ¡Son todos fantasmas producidos por nuestra imaginación! ¡Lo amamos! ¡Y corremos tras ellos! ¿Y todo para qué? ¿Para qué? ¡Para encontrarme con un rayo de luna!

Fundido en Negro de Cierre.

Créditos Finales.

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