EL ESCRITOR COMPULSIVO

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El gran Gustavo Adolfo Bécquer

EL ESCRITOR COMPULSIVO

El escritor compulsivo soy yo, Alberto Bellido y este es un blog dedicado a mi mayor afición, a mi mayor pasión: El cine, el séptimo arte.

En el blog los visitantes podrán leer y comentar diversos artículos así como guiones de todos los géneros redactados por mí y sus memorias de realización, es decir, las diferentes intenciones que me guiaron en el momento de crear cada historia.

Espero que todos disfrutéis con mi blog.

Un afectuoso saludo.

viernes, 6 de mayo de 2011

GUIÓN LITERARIO DE LA TRAGEDIA DE SANABRIA

GUIÓN LITERARIO: “LA TRAGEDIA DE SANABRIA”.

SECUENCIA 1. CAMPING DE PUEBLA DE SANABRIA. EXTERIOR. DÍA.

Fundido en Negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “La tragedia de Sanabria”.

Es verano, pleno mes de Julio del año dos mil nueve, en la Comarca de Sanabria. Hace un calor bochornoso y un GRUPO DE INGLESES, formado por dos chicos y dos chicas, están tomando el sol al lado de un coche alquilado. De repente, el ruido ensordecedor del motor de un vehículo que aparca cerca de ellos, hace que se incorporen. Se trata de una FURGONETA. El ruido cesa y se abren sus puertas. Dos chicos y dos chicas cierran las puertas de la furgoneta y, pasando al lado de los ingleses, se dirigen hacia el lugar que han juzgado como el más adecuado para poder montar las dos tiendas de campaña que han traído. Uno de los ingleses, con ganas de hacer amistades, se levanta, despegándose de la toalla en la que había estado tumbado desde primera hora de la mañana, dirigiéndose hacia sus nuevos vecinos de acampada.

MICHAEL
(Afable y chapurreando el español)
¡Hola! ¡Bienvenidos! ¡Me llamo Michael, y ellos son Richard, Catherine y Michelle!

Los acompañantes de MICHAEL, sonrientes, se despegan también de sus tollas de baño, e igualmente se incorporan para saludar a los nuevos en el camping.

ANTONIO
(Exultante)
¡Hola quillos! ¡Yo me llamo Antonio! ¡Pero podéis llamar Anthony! ¡Y estos tres amiguetes míos son Rafael, María y Sara! ¡Somos andaluces! ¡Vamos, que venimos del Sur de España! ¡De Utrera, concretamente! ¿Y vosotros de dónde sois? ¿De Oxford, acaso? ¿O de Londres? ¿Sabéis hablar español bien?

RICHARD
No somos ni de Oxford ni de Londres. Somos de Reading, que es una ciudad más pequeña. Y sí, sí que sabemos hablar bien español, porque ya hemos venido varios veranos a España y, gracias al contacto con la gente, hemos aprendido bastante.

RAFAEL
(Intrigado)
     ¿Y cuánto tiempo lleváis aquí?

CATHERINE
Llegamos ayer a este camping y pensamos quedarnos una semana. Luego, alquilaremos otro coche y nos iremos hacia el sur.

ANTONIO se queda extasiado contemplando la esbelta figura de CATHERINE y su minúsculo biquini floreado, hasta el punto de que casi se le hace la boca agua. Pero, al sentir la mirada inquisitorial de la inglesa, reacciona.

ANTONIO
¡Reading! ¡Eso me suena a algo de leer! ¡Jajaja! ¡Desde luego que tenéis que ir al sur! ¡Hacia Extremadura! ¡Y Andalucía, claro está! ¡Son tierras más hermosas que estas!

MICHELLE interviene, provocando también la admiración de ANTONIO y RAFAEL, con su igualmente pequeño y sugerente biquini de color morado.

MICHELLE
De momento, nos quedaremos unos días por esta zona. En la agencia de viajes nos recomendaron que visitáramos un pueblo, Ribadelago. Lo que pasa es que yo estoy algo asustada. Por lo que hemos visto por Internet, algo terrible debió de suceder allí hace mucho tiempo.

RAFAEL
¡Oh, sí! ¡Desde luego! ¡Ribadelago! Según me ha contado mi abuelo, hace cincuenta años, una presa reventó y el agua inundó el pueblo. Prácticamente no quedo nadie vivo y, desde entonces, cuenta la leyenda que se oyen las campanas de una iglesia en el fondo del Lago de Sanabria. El dictador Franco ordenó levantar un nuevo Ribadelago, pero hubo pocos supervivientes de la catástrofe que quisieran seguir viviendo en la región. En la actualidad, en el nuevo Ribadelago, hay cada vez menos habitantes, y el antiguo pueblo inundado está desierto, aunque se dice que los espíritus de los desaparecidos vagan aún por sus calles, por las noches frías de esta zona del norte de España.

MARÍA
(Asustada)
¡Oh, Dios mío! ¡Por la Virgen del Rocío, Rafael! ¡Deja ya de hablar de esas cosas! ¡Hemos venido aquí a divertirnos! ¡A pasar una semana de vacaciones! ¡Y con lo que nos están contando, me están entrando ganas de volverme a Utrera! ¡Ea, no sé tú, Sara! ¡Pero lo que es yo, ahora mismo me quedo en biquini y me uno a nuestros amigos venidos de la Gran Bretaña!

SARA
¡Desde luego que sí, Maria! ¡Yo no voy a ser menos que tú! ¡Y Rafael, mi alma, por Dios, no vuelvas a mentar cosas tan tristes!

MARÍA y SARA se quitan sus camisetas y sus pantalones cortos. La primera lleva puesto un biquini de color azul, mientras que el de la segunda es de color amarillo. Ambas son poseedoras, al igual que las inglesas, de unas curvas rotundas y sus grandes pechos dejan embobados a MICHAEL y RICHARD. Sin mediar ya más palabras, tanto ANTONIO como RAFAEL, se quitan sus camisetas, quedándose en bañador, para el secreto deleite de CATHERINE y MICHELLE. RAFAEL, MARÍA y SARA sacan de la FURGONETA unas toallas de baño, y se tumban al lado de los CUATRO INGLESES, mientras que, por el contrario, ANTONIO permanece de pie, pensativo.

ANTONIO
¡Hey, chicos! ¡Escuchadme! ¿Qué os parece si antes de que anochezca nos acercamos a Ribadelago?

Rápidamente, MARÍA es la primera en contestar a su amigo ANTONIO.

MARÍA
(Alarmada)
¡Para qué demonios quieres ir allí, Antonio! ¡Acaso no   has oído lo que acaba de contar Rafael! ¡Es peligroso ir allí!

ANTONIO
(Desafiante)
¡Bah! ¡Eso no son más que supersticiones de viejas asustadizas! ¡Es que de verdad creéis en fantasmas y pueblos malditos! ¡No me lo puedo creer!

MICHAEL
Yo también pienso como Antonio ¿Es verdad que tenéis miedo de ir a ese pueblo?

TODOS
(Al unísono)
     ¡Por supuesto que no!

Incluso MARÍA, que era la más reacia, ha contestado negativamente a la interrogante de MICHAEL.

ANTONIO
(Triunfante)
¡Pues no hay más que decir! ¡Esta tarde partimos hacia Ribadelago!

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “Unas horas más tarde...”

Así, los dos grupos de amigos acceden a sus respectivos vehículos y abandonan su zona de acampada en el camping.

Fundido en Negro de Cierre.

SECUENCIA 2. AFUERAS DEL NUEVO RIBADELAGO. EXTERIOR. NOCHE.

Fundido en Negro de Apertura.

Los CUATRO INGLESES y los CUATRO ANDALUCES, aparcan sus vehículos a las afueras del PUEBLO NUEVO DE RIBADELAGO, saliendo de éstos con la intención de exoplorar aquel lugar que, a primera vista, parece inhóspito y deshabitado. Enseguida, les sale a recibir y dar la bienvenida un ANCIANO, con una extensa barba blanca y el pelo canoso. Tiene unos ochenta años, está provisto de un bastón y contempla con la mirada perdida y extraviada a los forasteros para después lanzarles una seria y amenazadora advertencia.

ANCIANO
(Huraño)
¡Se puede saber a que habéis venido aquí! ¡Largaos! ¡En este pueblo cada vez somos menos! ¡Y no hay nada que ver! ¡Este sitio no es un parque de atraccioes!

Pese a los modales groseros y ásperos del ANCIANO, ANTONIO trata de esforzarse por resultar lo más amable y educado posible.

ANTONIO
Perdone, señor. Por nada del mundo pretendíamos molestarle. Hemos venido a visitar su pueblo por que nos han dicho que es muy bonito y atrayente.

ANCIANO
(Muy molesto e irritado)
¡Qué! ¡De eso nada! ¡Maldita sea! ¡Quién les ha dicho eso! ¡Este pueblo fue mandando construir por el dictador porque quería compensarnos por habernos quedadazo sin nuestras casas! ¡Pero la verdad es que nos compensó una mierda! ¡Era mucho más bonito el antiguo pueblo que este! ¡Pero muy pocos se han aventurado por el antiguo Ribadelago! ¡Y los que lo han hecho, enloquecieron! Ahora, el pueblo nuevo se está quedando también desierto, porque los vecinos dicen ver espectros y visiones que cada noche lo invaden. Cada vez son más los que se marchan a las ciudades. Aquí apenas quedamos treinta.

Las últimas frases pronunciadas por el ANCIANO están envueltas en un halo de tristeza y desdicha, y los chicos no pueden evitar compadecerse de él.

SARA
(Apesadumbrada)
Lo sentimos, señor. De verdad que sentimos mucho que lo esté pasando tan mal y se sienta así de triste. Repito, creo hablar en nombre de todos mis compañeros al decirle que lo sentimos. Sólo queríamos visitar el pueblo. Le prometemos que mañana nos marcharemos. ¿No es así,chicos?

TODOS
(Al unísono)
     ¡Sííí! ¡Desde luego que sí!

ANCIANO
(Flexible)
Está bien, está bien. Sea. Pero solo hasta mañana. ¡Eh! ¡Y no griteis! ¡Si lo hacéis invocareis a los muertos para que salgan de sus tumbas! ¡Acaso no sabéis que se oyen las campanas de una iglesia procedentes del fondo del lago cada aniversario de la tragedia! ¡Bueno, adiós! ¡Que os vaya bien!

El ANCIANO se da la media vuelta y se encamina hacia la primera casa del pueblo, abriendo su puerta y cerrándola tras de sí. Nada más cerrar la puerta, se levanta una fuerte ventisca que sorprende a los visitantes debido a hallarse en plena época estival. Los chicos se dirigen con rapidez hacia el que parece ser el único bar del pueblo.

Corte.

SECUENCIA 3. BAR DEL NUEVO PUEBLO DE RIBADELAGO. INTERIOR. NOCHE.

Nada más entrar al bar, los chicos observan que todos los presentes son mayores de cincuenta años. No hay ni jóvenes ni niños. Los nativos los miran muy extrañados, reflejándose una enorme palidez en sus rostros. Y, después, sin mediar palabra, todos abandonan el bar, como si fueran las ratas que están huyendo del naufragio de un barco en alta mar, dejando a los chicos en soledad con el DUEÑO DEL BAR que, curiosamente, es el más joven de los habitantes del pueblo, pues ronda los cuarenta años.

DUEÑO DEL BAR
(Con afabilidad y sonriente)
Bueno, chicos. ¿Qué tal estáis? ¡Bienvenidos a Ribadelago! ¿Qué es lo que queréis beber?

Los chicos están acongojados de miedo desde que se iniciaron las rachas de viento en el momento en el que el ANCIANO se metió en su casa. Y también muy inquietos y desconcertados por el comportamiento de los lugareños hacia ellos.

ANTONIO
Hola, señor. Pero, vamos a ver, ¿Por qué todos se han marchado del bar nada más vernos?

DUEÑO DEL BAR
(Despreocupado y con una amplia sonrisa)
¡Bah! ¡Eso lo hacen porque no les gusta nada los extranjeros ni los forasteros! ¡Pero no os preocupéis, eh chicos, lo hacen con todos los que vienen a parar aquí! Antes venían más, pero desde hace tiempo, por lo menos un año, no ha vuelto a venir nadie. La mala fama de Ribadelago se ha extendido por todo el país. ¿No os habréis perdido, verdad? ¡Jajaja!

MICHAEL
(Chapurreando el español)
Pero, ..., no lo entiendo. ¿Qué es lo que tiene de malo que vengan a visitarlos?

DUEÑO DEL BAR
(Sorprendido)
¡Vaya! ¡Jajaja! ¡Apostaría todo lo que hay en este bar a que tú eres inglés! ¡Y hablas muy bien en español! Te lo explicare de una forma muy simple. A los habitantes de este pueblo no les gusta recibir visitas porque creen que provocan a los espíritus, a las almas en pena de todos aquellos familiares suyos que murieron en la tragedia de hace cincuenta años. ¡Pero yo no pienso como ellos! ¡No son más estúpidas supersticiones y supercherías de gente ignorante! ¡Lo que pasa que estamos aislados del resto del país! ¡Como ocurre en otras zonas deprimidas como Las Hurdes!

MARÍA
(Extrañada)
¿Y por qué no hay niños en el pueblo, ni gente joven como nosotros? ¡Eso es lo que da siempre alegría a cualquier lugar por muy distante que esté del resto del mundo! ¡Por lo que hemos observado, es usted el habitante más joven!

DUEÑO DEL BAR
(Triunfante)
¡Y lo soy! ¡A fe mía que lo soy! ¡Por lo menos desde hace un año! ¡Todas las parejas jóvenes marcharon hace un año de aquí en busca de una vida mejor y más ilusionante! ¡La verdad es que no podían soportar a sus mayores por más tiempo! ¡Vivían con miedo, muy asustados! ¡Y llegó un momento que se hartaron de escuchar sus profecías! ¡Incluso mi mujer se llevó a mis hijos a Zamora! ¡Allí está mi familia! ¡En casa de mi suegra! Yo me negué a irme. ¡No quería pasar por un cobarde! Desde entonces, ninguno de los que dejo el pueblo, ha vuelto.

MICHELLE
(Tiritando)
     Pero,..., ¿Y qué profecías eran esas?

DUEÑO DEL BAR
Fue el anciano que habéis visto nada más llegar el que fue diciendo a los de su generación, y a los de la anterior de la anterior, que en el espacio de un año algo terrible sucedería. No sabía explicar con certeza que podía ser, pero que algo terrible para el pueblo sucedería. También les dijo a los jóvenes que si en el espacio de un año no se marchaban, perecerían. Y todos le hicieron caso menos yo, porque yo no creo en las habladurías fantasiosas de un viejo chiflado. Pero el caso es que todos los habitantes del pueblo, desde el primero al último y desde el más viejo al más joven, le hicieron caso. A los viejos las amenazas de muerte ya no les afectan porque saben que pronto se reunirán con sus familiares y antepasados, y que ya han vivido lo suficiente y, por tanto, Dios será magnánimo con ellos. Sin embargo, lo que más perplejo me dejo es que los mayores asentían con la cabeza  y obedecían sin pensárselo siquiera las ordenes del anciano. ¡Era como si les hubiera abducido! ¡Como si les hubiera lavado la cabeza!

MARÍA
(Muy inquieta)
     ¿Y qué es lo que va a pasar ahora? ¿No lo sabe usted?

DUEÑO DEL BAR
(Desalentado)
Pues no. No tengo ni la más mínima idea. Me encantaría saberlo, pero no tengo ni idea.

Los chicos quedan igual de decepcionados y defraudados que el DUEÑO DEL BAR al oír la respuesta de éste. De repente, el DUEÑO DEL BAR cambia su semblante e intenta que los chicos se olviden de todo lo que les ha contado.

DUEÑO DEL BAR
¡Pero vamos a olvidarnos ya de todo eso, chicos! ¡Vamos a ver! ¿Qué es lo que queréis tomar? ¿Cerveza, vino, combinados?

En ese momento, es ANOTNIO el que toma la palabra.

ANTONIO
Bueno, veamos. Somos ocho. Bien, pues sírvanos cuatro jarras de cerveza y otras cuatro de vino con coca cola. ¡Qué nuestros amigos ingleses sepan qué es lo bueno de España!

DUEÑO DEL BAR
¡Eso está hecho, chico! ¡Ya era hora! ¡No sabéis el tiempo que he tenido que estar sin poder divertirme con gente joven! Bueno, rectifico, si lo sabéis. ¡un año! ¡Jajaja!

Rápidamente, el DUEÑO DEL BAR sirve a los chicos cuatro jarras de cerveza y otras cuatro de vino con cola, mientras que él se sirve una copa de de whisky con coca cola.

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “Un par de horas más tarde...”

Tanto las JARRAS DE CERVEZA, como las de VINO CON COCA COLA y las COPAS, en gran número, se hallan perfectamente alineadas a lo largo de toda la barra del bar del Ribadelago nuevo. El DUEÑO DEL BAR, ya embriagado, al igual que sus interlocutores, se interesa por los CUATRO INGLESES.

DUEÑO DEL BAR
¡Así que no sois de Londres ni de Manchester! ¡Vaya! ¡Pues esas son las únicas ciudades que conozco de Inglaterra! ¡Jajaja!

MICHELLE
(Sonriente)
     ¡Pues no! Somos de Reading.

DUEÑO DEL BAR
¿Read? ¿Read? ¡Cómo! ¡Reading! ¡A mí eso me suena a leer, a lectura o algo así! ¡Jajaja!

Todos estallan en una sonora carcajada. Y cuando las risas, tras varios minutos, se van extinguiendo, ANTONIO vuelve a preguntar al DUEÑO DEL BAR.

ANTONIO
Por cierto, Feliciano. ¿A cuánta distancia se encuentra el antiguo Ribadelago?

ANTONIO
     A un kilómetro de aquí.

MARÍA
(Incrédula)
¡Qué! ¡Antonio! ¡No pretenderás que vayamos a ese pueblo fantasma, verdad!

ANTONIO
¡Pues sí! ¡Pasa algo, María! ¡Venga ya! ¡Qué os cuesta! Total, este pueblo tampoco es una maravilla! ¿Qué me decís?

TODOS
(Al unísono)
     ¡Está bien! ¡De acuerdo!

FELICIANO
¡Esperad, es de noche! ¡Tomad, os presto unas linternas!

FELICIANO les alarga unas linternas que tiene escondidas al lado de unas botellas. Los chicos se despiden de éste haciendo gestos descoordinados con las manos y después se dirigen a la salida del bar.

FELICIANO
(En tono burlón)
¡Hey, chicos! ¡Tened mucho cuidado con los espíritus y las almas errantes! ¡No os vayan a absorber en medio del camino! ¡Jajaja!

Fundido en Negro de Cierre.

SECUENCIA 4. AFUERAS DEL ANTIGUO RIBADELAGO. EXTERIOR. NOCHE.

Fundido en Negro de Apertura.

Media hora más tarde, la luz de las potentes linternas que portan los chicos, ilumina el desierto y despoblado PUEBLO ANTIGUO DE RIBADELAGO. Han tardado más tiempo del previsto en cubrir la distancia que separaba un pueblo del otro debido a la febril borrachera que les ha nublado los sentidos desde que salieran del bar de FELICIANO. Un espeso manto de niebla cubre el suelo del derruido pueblo. Los ocho chicos empiezan a bromear y a reírse creyendo que así ahuyentaran el espanto que les produce el hecho de hallarse en un lugar tan desolado y que tan instantáneamente induce a la tristeza más absoluta. De repente, en la quietud y el silencio aplastante de la noche, oyen repicar unas campanas que proceden de mucho más allá del pueblo, del fondo del lago.

RAFAEL
(En tono de broma)
¡Vaya! ¡Las campanas! ¡No podían faltar para amenizar un lugar tan  idílico! ¡Vamos a ver! ¡Vamos a ver! ¡Seguro que ninguno de vosotros cuatro, ingresitos, sois novios! ¡Por lo menos eso es lo que me habéis demostrado! ¡Y la verdad es que tampoco ninguno de nosotros cuatro, sevillanos, lo somos!

TODOS
(Al unísono)
     ¡Jajaja!

MICHAEL
(Con apariencia de soledad)
Bueno, podíamos hacer una orgía, pero yo me inclino por algo más fino, más “British”, más “Cool”. ¡Intercambio de parejas! ¡Veamos! ¡Antonio con Catherine! ¡Rafael con Michelle! ¡Richard con Sara! ¡Y yo con María! ¡Y cada pareja ha de estar lo más lejos posible de las demás! Es decir, cada una ira a un punto cardinal del pueblo. ¿Okey, boys and girls?

TODOS
(Al unísono)
     ¡Okey, Anthony!

Corte.

SECUENCIA 5. CASA DEL ANTIGUO RIBADELAGO. INTERIOR. NOCHE.

ANTONIO y CATHERINE se dirigen, sin saberlo, a una de las casa que mejor ha soportado la terrible inundación y los rigores del paso del tiempo. ANTONIO enfoca con la linterna a todos lados, mientras que CATHERINE, cada vez más asustada, lo agarra con fuerza.

ANTONIO
(Sorprendido)
¡Catherine, tranquila! ¡Que no me voy a separar de ti! ¡Me vas a dejar el brazo sin sangre! ¡Vaya! ¡Esta casa no parece tan destrozada como las demás! ¡Y el suelo parece hecho de madera de buena calidad!

CATHERINE
     No pasaremos frío. ¿Verdad, Antonio?

ANTONIO
(Tajante)
     No, mujer, nos daremos calor el uno al otro.

CATHERINE
(Alarmada)
     ¡Sorry, Antonio! ¿Tienes condón?

ANTONIO
(Divertido)
Si, mujer. ¡Por supuesto que tengo condón! ¡No te preocupes! Lo pasaremos un poco mal para que yo acierte a meterme dentro de ti entre tanta penumbra, pero disfrutaremos.

Los dos se tumban sobre el suelo, y ANTONOIO deja la linterna a un lado. CATHERINE se sube la minifalda, se quita las bragas y abre las piernas para recibir los embates de ANTONIO. Instantes después, éste empieza a moverse dentro de ella exhalando gemidos de placer y CATHERINE hace lo mismo. Están así durante diez intensos minutos, en los que sus jadeos y respiraciones entrecortadas se van haciendo cada vez más frecuentes. Pero nada más terminar de hacer el amor, oyen alaridos y chillidos distantes y lejanos, como si vinieran de muy lejos pero que, en realidad, son cercanos.

CATHERINE
(Sonriente)
¡Hay que ver, eh Antonio! ¡Ellos son mucho más escandalosos y ruidosos que nosotros!

ANTONIO
¡Sí! ¡Hay que ver como son los cabrones! En fin, ¡Buenas noches, Catherine!

ANTONIO se aparta de CATHERINE, suspira profundamente, y se echa a un lado. Después, ésta le responde.

CATHERINE
     ¡Buenas noches, Antonio!

Los dos se quedan profundamente dormidos gracias, sobre todo, a la fenomenal resaca que tienen.

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “Ocho horas más tarde...”

SECUENCIA 6. CASA DEL ANTIGUO RIBADELAGO. INTERIOR. DÍA.

Los rayos de sol que se introducen por entre el tejado semiderruido de la casa, hacen que ANTONIO se despierte. Asimismo, intenta desperezarse, moviendo los brazos de un lado a otro, y bostezando con ganas. Siente que CATHERINE aún no se ha despertado, por lo que comienza a darle codazos, pero la chica inglesa no responde a sus provocaciones.

ANTONIO
¡Vamos, Catherine, amorcito mío! ¡Arriba perezosa! ¡Que ya es de día!

ANTONIO se gira para contemplar a CATHERINE. Sin embargo, lo que ve le deja profundamente horrorizado. La chica ha sido atravesada por dos estacas, una que tiene clavada en la cabeza, y la otra en el vientre, y su sangre ha manchado la ropa de ANTONIO.

ANTONIO
(Sollozante)
¡No, Catherine! ¡Respóndeme, Catherine! ¡Hazlo! ¡Dios mío! ¡Chicos, chicos! ¡Venid aquí! ¡Catherine está muerta!

Pero nadie le responde. ANTONIO, desesperado, se levanta para salir de la casa.

Corte.

SECUENCIA 7. AFUERAS DEL ANTIGUO RIBADELAGO. EXTERIOR. DÍA.

ANTONIO se dirige a las afueras del pueblo, justo en dirección al sitio donde la noche anterior se separo de sus compañeros, pues ha visto a éstos a lo lejos, tumbados y alineados. El horror de ANTONIO le deja paralizado cuando está a un par de metros de ellos. Un sudor frío le recorre todo el cuerpo y no puede evitar temblar de los pies a la cabeza. Sus seis compañeros restantes tienen también un par de estacas que les han atravesado el cuerpo, situadas en los mismos sitios que CATHERINE, es decir, una en la cabeza, y la otra en el vientre. Sus cuerpos están totalmente anegados por la sangre que ha brotado de los mismos, conformando un enorme charco. La tensa quietud del ambiente se vio repentinamente rota por el viento, que comenzó a adquirir otra vez una fuerza importante. Entonces, animado por el ambiente, se adueña de ANTONIO una sensación de impotencia e incredulidad irrefrenables, motivada sobre todo, por la muerte de sus amigos, y enseguida su rostro se ve surcado por abundantes lagrimones. ANTONIO se da media vuelta y su sorpresa es mayúscula cuando ve, de forma nítida, a un GRUPO DE NIÑOS, que le observan fijamente. Todos ellos están ataviados con una sábana blanca. Empiezan a sonreír, pero de forma maléfica, expresando tal maldad que cualquier mortal pensaría que son hijos del diablo. No obstante, en un momento dado, dejan de sonreír y miran con odio y desprecio a ANTONIO.

NIÑOS
(Al unísono)
¡Fuera, largo de nuestro pueblo! ¡Te hemos dejado vivo para que cuentes a todos los que conozcas que no vengan a Ribadelago. ¡Pues venir a Ribadelago equivale a morir! ¡Esa será la misión que te encargaremos para el resto de tu vida! ¡Debes advertir a los humanos que este es un lugar prohibido para ellos!

ANTONIO coge impulso y sale dando fuertes y violentas  zancadas del desolado pueblo. Pero, en un acto reflejo, se le ocurre mirar para atrás y se para. Horrorizado, ANTONIO observa cómo el GRUPO DE NIÑOS se van difuminando hasta casi desaparecer, pero permaneciendo latentes en la penumbra. En ese momento, el agua invade el pueblo y ANTONIO se da cuenta de que la presa ha vuelto a reventar y de que, con total certeza, las fantasmales presencias son las que también ha provocado la rotura. ANTONIO está muy asustado, pero todavía le queda valor para echarle en cara a los NIÑOS FANTASMALES sus malas acciones.

ANTONIO
(Irritado)
¡Pero si sois niños! ¡Esto que estáis haciendo es macabro, repugnante! ¡Habéis matado y vais a matar a mucha gente!

ANTONIO vuelve a girar la cabeza y sale corriendo del pueblo fantasma, con el corazón latiéndole sin pausa y el viento cada vez más huracanado y enfurecido.

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “Diez minutos más tarde...”

SECUENCIA 8. PUEBLO NUEVO DE RIBADELAGO. EXTERIOR. DÍA.

ANTONIO llega dando fuertes voces al pueblo nuevo de Ribadelago y a los primeros habitantes que ve ANTONIO son FELICIANO y el ANCIANO, aquel señor mayor tan huraño que no quería visitas en su pueblo, que salen con celeridad del bar y su vetusta casa respectivamente.

FELICIANO
(Muy asustado)
¡Pero se puede saber que os ha pasado, chicos! ¿Por qué vienes tú solo?

ANTONIO
(Con los primeros síntomas de agotamiento)
¡No hay tiempo para explicaciones! ¡Tenemos que irnos ya de este maldito lugar!

FELICIANO se queda aterrado e inmóvil un instante cuando ve que el agua empieza a invadir el pueblo, pero después se reanima.

FELICIANO
(Con un nudo en la garganta)
¡Madre de Dios! ¡La presa ha reventado! ¿Dónde tienes tú coche?

El ANCIANO, que ha salido de su casa apoyado en un bastón, contempla asombrado el huracán y la nueva inundación que se abaten sobre el pueblo.

ANCIANO
(Con voz potente)
¡Vecinos! ¡Salid de vuestras casas! ¡Y contemplad lo bella y terrible que puede ser la naturaleza a la vez! ¡Ahora sé la causa de que todo esto esté volviendo a pasar! ¡Hoy, como sabéis, se cumplen cincuenta años de la inundación de nuestro antiguo pueblo! ¡Y la llegada de estos forasteros ha sido la señal premonitoria! ¡Vecinos, escuchadme! ¡No debemos de huir como cobardes! ¡Hemos de dejar de sufrir! ¡Debemos de sacrificarnos y unirnos a nuestros antepasados! ¡Es un sacrificio que no será en vano y ellos nos lo agradecerán! ¡Os prometo que seremos dichosos para toda la eternidad!

La treintena de vecinos que quedan en el pueblo, comienzan a salir de sus casas. Por su parte, el ANCIANO se dirige hacia delante, saliendo así al paso de las aguas embravecidas, sin temor alguno ante la muerte y sabedor que las olas pronto lo engullirán. Los vecinos, como si el ANCIANO fuera un profeta, absorbidos mentalmente por la fuerza de sus palabras e hipnotizados, se unen a él.
ANTONIO y FELICIANO llegan a la furgoneta, entran y el vehiculo se pone en marcha. ANTONIO no puede evitar referirse al ANCIANO.

ANTONIO
¡Ese hombre estaba loco! ¡Pobre desgraciado! ¡Los tiene abducidos! ¡Por su culpa van a morir todos!

FELICIANO
(Apremiante)
¡Ya lo creo que está! ¡Gira el coche! ¡No hay tiempo que perder!

ANTONIO
     ¿Adonde vamos?

FELICIANO
A Zamora. A buscar a mi mujer y mis hijos. ¡Deprisa! ¡Apresúrate! ¡O no saldremos vivos de este infierno!

La furgoneta da la vuelta y abandona el pueblo. El vehículo coge enseguida velocidad gracias a que ANTONIO ha pisado a fondo el acelerador.

ANCIANO
(Exultante)
     ¡Jajaja! ¡Venid a nosotros, aguas del averno! ¡Venid!

A medida que el ANCIANO pronuncia estas terroríficas palabras, sus ojos adquieren un brillo nuevo, especial, al divisar a los NIÑOS DESAPARECIDOS DEL ANTIGUO RIBADELAGO.

ANCIANO
¡Mirad! ¡Los veis! ¡Son nuestros antepasados, que vienen a buscarnos!

El GRUPO DE NIÑOS sonríen de forma siniestra, y luego vuelven a difuminarse hasta hacerse prácticamente invisibles. Justo en el momento en el que el GRUPO DE NIÑOS desaparece del campo de visión del ANCIANO, las salvajes y descontroladas aguas procedentes de la presa engullen a los habitantes del pueblo.

Fundido en Negro de Cierre.

SECUENCIA 9. UTRERA. SEVILLA. EXTERIOR. DÍA.

Fundido en Negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “Cincuenta años más tarde...”

ANTONIO, ya con setenta años, está sentado en un banco de piedra, en una de las calles a las afueras de Utrera, rodeado de niños, que escuchan con interés una historia que les está terminando de contar.

ANTONIO
Y así cómo el dueño de aquel bar de Ribadelago que se llamaba Feliciano, y yo huimos de aquel desastre tan espantoso.

NIÑO
(Intrigado)
     ¿Y qué es lo que paso con él?

ANTONIO
¡Con Feliciano quieres decir! Bueno, no sé si será adecuado contároslo, sobre todo teniendo en cuenta vuestra edad. Según me contaron estuvo padeciendo durante largos años horribles pesadillas y contemplando angustiosas visiones. Hasta que no pudo más. Se suicido. Se puso una soga alrededor del cuello y se ahorcó. Así que ya lo sabéis. Espero que esta noche, al llegar a vuestras casas de que si este verano os pretenden llevar allí, no se lo permitáis.

UN HOMBRE, que es el padre del NIÑO que ha hecho la pregunta, se acerca al infantil corrillo formado en torno a ANTONIO.

HOMBRE
(Enfadado)
¡Eh, Rafael! ¡Ven aquí! ¡Y vosotros, iros para vuestras casas! ¡Y no hagáis caso de lo que os cuente un viejo lunático como este!

ANTONIO
(Irritado)
¡No son tonterías! ¡Me oye! ¡Yo solo les estoy diciendo a los chicos que no deben permitir que gente como usted los lleven al Lago de Sanabria y allí mueran todos, tanto hijos como padres!

HOMBRE
¡Váyase al carajo, viejo! ¡Vaya a predicar a otro sitio! ¡Y escúcheme bien! ¡Nosotros les llevaremos a donde nos de la gana! ¡Que para eso son nuestros hijos! ¡Ah! ¡Y otra cosa! Dado que no quiere que les llevemos allí, le llevare la contraria. Al mío lo llevaré a Sanabria este verano, solo para fastidiarle.

ANTONIO
No sabe lo que dice y no sabe lo que le espera. Usted no se da cuenta pero la frecuencia de las catástrofes de Sanabria es cíclica. Se repiten cada cincuenta años y este año toca. Nadie regresará de allí este verano.

HOMBRE
(Indignado)
¡El que no sabe lo que dice es usted! ¡Y lo peor de todo es que está logrando asustar a estas inocentes criaturas. ¡Vamonos, niños! ¡Y no se os ocurra acercaros más a este viejo! ¡Es malo! ¡Malo y muy peligroso!

El HOMBRE y los NIÑOS se marchan y la calle se queda desierta. ANTONIO se saca un pañuelo pues, desde hace años, cualquier muestra de rechazo hacia él, por mínima que sea, le hace sentir vulnerable y tiene el tiempo justo para atrapar las lágrimas que se resbalan por sus mejillas. No obstante, vuelve a sentir dichoso y feliz cuando siente unos pasos apenas imperceptibles acercándose al banco donde está sentado.

ANTONIO
(Intrigado)
¿Quién eres muchacho? ¡No te conozco! ¡Tú no eres de por aquí!

El NIÑO esboza una amplia sonrisa, que hace que ANTONIO se sienta aún más reconfortado si cabe, de lo que ya está.

NIÑO
     Soy de un lugar lejano, muy lejano.

ANTONIO
(Confiado)
     ¿Y cuál es ese lugar? ¡Si es que puede saberse, claro.

NIÑO
     De Ribadelago. Soy de Ribadelago.

ANTONIO
(Desencajado)
     ¡Cómo! ¡No puede ser! ¡Es imposible!

En ese momento, el NIÑO comienza a difuminarse hasta convertirse en un espectro fantasmal. Y, sin solución de continuidad, se transforma en el ANCIANO que ANTONIO conoció cincuenta años atrás.

NIÑO/ANCIANO
¡He venido a por ti, Antonio! ¡Ya sabes que han pasado cincuenta años desde que tú y yo nos conocemos! ¡No podía desaprovechar la ocasión para absorber tu escasa energía! ¡Era preciso hacerlo antes de que murieras!

ANTONIO
(Desgarrado)
¡Noooo! ¡Desaparece de mi vista, maldito anciano! ¡Hijo de Satanás!

ANTONIO se difumina a gran velocidad, convirtiéndose así en parte del espectro del NIÑO/ANCIANO de Sanabria.

NIÑO/ANCIANO
¡Y vosotros, desgraciados! ¡Dejad de mirarme o pasareis a formar parte de mí! ¡Jajaja!

Fundido en Negro de Cierre.

Créditos Finales.






















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