EL ESCRITOR COMPULSIVO

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El gran Gustavo Adolfo Bécquer

EL ESCRITOR COMPULSIVO

El escritor compulsivo soy yo, Alberto Bellido y este es un blog dedicado a mi mayor afición, a mi mayor pasión: El cine, el séptimo arte.

En el blog los visitantes podrán leer y comentar diversos artículos así como guiones de todos los géneros redactados por mí y sus memorias de realización, es decir, las diferentes intenciones que me guiaron en el momento de crear cada historia.

Espero que todos disfrutéis con mi blog.

Un afectuoso saludo.

martes, 15 de septiembre de 2015

YO CLAUDIO: UNA HISTORIA MÍTICA DEL ALTO IMPERIO ROMANO.

Antes que nada, tengo que agradecer a este Semanario, Las nueve musas, la oportunidad concedida de colaborar en esta publicación. Procuraré hacer disfrutar lo máximo posible a los lectores, pues será una señal de satisfacción para mí.

Este primer artículo he pensado en dedicarlo a uno de los pasajes históricos más importantes de Occidente, el correspondiente a la dinastía de emperadores romanos que más dio que hablar, la Julio-Claudia.
Y he decidido escribir sobre ello porque en nuestra época, más o menos contemporánea, han confluido dos libros del escritor británico Robert GravesYo, Claudio Claudio el dios y su esposa Mesalina; la grandiosa serie producida por la BBC que adapto la primera novela y una película que nunca llegó a realizarse, con el mismo título, dirigida por el granJosef Von Stenberg y producida por Alexander Korda.
De esta manera consigo hablar, en esta, mi primera colaboración, de Historia con mayúsculas, de cine y de una serie que parten de un mismo tronco común.
Desde pequeño, me ha interesado y gustado la Historia, (así, me recuerdo, en mi más tierna infancia, leyendo pasajes históricos que me resultaban apasionantes, de una enciclopedia), y uno de dichos pasajes que más me atrajo fue el de la dinastía Julio-Claudia, del imperio romano, que comprende los reinados de Octavio Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.
El imperio romano, sin duda, supuso un antes y un después en la Historia, pues fue el primer imperio que llegó a concentrar sus dominios en tres continentes: Europa, África y Asia.
Y como se han encargado de demostrar varias películas, sobre todo realizadas durante la época del Hollywood clásico y alguna más cercana en el tiempo, contrastaban los mandatarios más prudentes y sensatos, (como los casos de Octavio y Claudio), con los de los más alocados, enajenados y corruptos, (representados por Tiberio, Calígula y Nerón).
Señalar que hasta que no he visto la serie, únicamente tenía constancia de estos datos e información.
Pero después, me ha sorprendido observar, entre los extras de la edición especial en deuvedé de la serie, el intrincado y complejo árbol genealógico de los Julios-Claudios. Creo que uno de los más difíciles de desentrañar y entender para cualquier persona que se apreste a ello.
Hay datos que, como mínimo, sorprenden en cierta proporción, como el hecho de que el endiosado Calígula fuera el bisnieto del excesivo y derrotado Marco Antonio, a la vez que también lo era de, ¡Octavio Augusto!
Y que el propio Claudio fuera el nieto de Octavio y el sobrino-nieto de Marco Antonio.
Es decir, que la familia del vencedor en la batalla de Actium, (Octavio Augusto), acabará emparentando con la del perdedor, (Marco Antonio), e incluso acordarán matrimonios entre ellos para preservar el poder, poniendo de manifiesto que el incesto y el nepotismo fueron el denominador común del imperio más grande conocido hasta entonces.
Respecto a la serie, cabe decir que sólo se me ocurre un adjetivo con el que calificarla, que es el de magistral.
Recuerdo algunos flashes, fogonazos sin más, de haberla visto en televisión cuando era pequeño por alguna reposición de la misma que hizo la segunda cadena de televisión española. Pero sin tener la conciencia plena del potencial y significado de la serie, que he descubierto plenamente ahora.
Dirigida por Herbet Wise y con guión de Jack Pulman, únicamente cabe quitarse el sombrero y admirar las magníficas y excelsas interpretaciones de Brian Blessed como Octavio Augusto, de Sian Phillips como la perversa Livia, (esposa de Octavio Augusto y abuela de Claudio), de George Baker como el cínico Tiberio, así como las histriónicas de John Hurt como Calígula y Dek Jacobier como el protagonista principal, el tartamudo y, sólo en apariencia, tonto Claudio.
El fuerte de la serie es mostrar las constantes intrigas y maquinaciones por el poder que se producían dentro de la que fue la familia más icónica del imperio romano, con los envenenamientos como marca de la casa, en especial, las realizadas por Livia.
Sí que en comparación con otra serie posterior, como es Roma, (que, cronológicamente se sitúa en un período histórico anterior, el relativo al primer y segundo triunvirato), se nota que el presupuesto a disposición de la producción era claramente inferior.
En Roma, por ejemplo, hay un equilibrio, e incluso un ligero predominio de las escenas de exteriores sobre las interiores.  Es decir, de las escenas de batallas y desfiles sobre las correspondientes a las intrigas palaciegas.
Mientras que en Yo, Claudio sucede al contrario: Las numerosas escenas de interiores contrastan con las escasas de exteriores.
Respecto a la película que se pretendía hacer basada en las dos novelas de Robert Graves ambientadas en la Roma clásica, no se pudo llevar a buen término debido a un accidente de tráfico sufrido por la actriz Merle Oberon que interpretaba a Mesalina, aunque también el gran Charles Laughton sufrió lo suyo al asumir el rol del tartaja y cojo Claudio, no resultándole fácil meterse en su piel.
En la serie Yo, Claudio, al visionarse se puede contemplar todo lo que resultó característico del imperio romano y que nos ha llegado hasta nuestros días: el poderío que ejerció durante siglos sobre la mayor parte del mundo conocido hasta aquellas fechas, las descarnadas luchas por el poder e intrigas palaciegas, así como la corrupción y las bacanales y fiestas que parecía que nunca iban a tener fin, como las que impulsaron emperadores como Tiberio, Calígula y Nerón.
En definitiva, y refiriéndome exclusivamente a la serie, una historia para verse varias veces, tanto en versión original como doblada, aunque bien es cierto que resulta más aconsejable la primera al poder cumplir un doble objetivo para cualquiera que se anime a ello: El aprendizaje del inglés y de uno de los pasajes más importantes de la Historia, con mayúsculas.
Desde luego una serie muy recomendable para su adquisición. No se pierdan la edición especial de deuvedé en cartón con muchos y variados extras.

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